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Projecte Objecte
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Ciència i objecte
(Antologia de textos)






Text 1: La taula científica i la taula quotidiana

"Amb una d'elles [la taula de l'experiència quotidiana] estic familiaritzat des dels primers anys... Té extensió; és relativament permanent; té color; fonamentalment és substancial ... La taula nº 2 és la meva taula científica. Aquesta ... és més que res,  buit. Disperses aquí i allà en aquest buit hi ha nombroses càrregues elèctriques precipitant-se a gran velocitat;  però tot el  volumen seu representa menys d'una bilionèsima del volumen de la taula en ella mateixa. [Tanmateix,] la taula sosté el paper amb què escric tant satisfactòriament com la taula 1, car quan hi deixo el paper, les petites partícules elèctriques, amb la seva temerària velocitat, segueixen actuant al dessota, de manera que el paper es manté com suspès en l'aire a un nivell gairebé costant... Existeix una enorme diferència entre el fet que el paper que tinc al davant el sostingui un eixam de mosques, i el fet que se sostingui perquè hi hagi una substància, atès que la naturalesa intrínseca d'una substància és ocupar espai en exclusió de qualsevol altra substància ... No cal dir que la física moderna m'assegura , amb proves exquisides i amb una lògica sense pietat que la meva segona taula, la taula científica, és l'única que en realitat és allà ... No cal dir, d'altra banda, que la física moderna mai no aconseguirà exorcitzar aquesta  primera taula - estrany compost de naturalesa externa, imagineria mental i prejudici heretat - quan es presenta visible als meus ulls i tangible a les meves mans."
Eddington, A. , La naturalesa del món físic, citat a Hempel, C.G, Filosofía de la ciencia natural. Alianza Editorial, Madrid 1984, pàg. 117-118


Text 2: Què és una cosa?

¿Cuál es el sol real? ¿Cuál es el verdadero -el sol del pastor o el sol del astrónomo? ¿O es que la pregunta está mal planteada, y si es así, por què? ¿Cómo se puede resolver esto? Evidentemente es necesario saber qué es una cosa, qué significa ser-cosa, y cómo se determina la verdad de una cosa. Ni el pastor ni el astrónomo pueden informar sobre estas preguntas: ellos no pueden ni necesitan plantear las preguntas para ser de hecho lo que son.
        Otro ejemplo: El físico y astrónomo inglés Eddington habla de su mesa y dice que toda cosa de esta especie, mesa, silla, etc. , tiene un doble. La mesa número 1 es la mesa conocida desde la infancia, la mesa número 2 es la mesa <<científica>>. Esta mesa científica, es decir, la mesa que la ciencia determina en su cosidad, no consiste según la actual física atómica de madera, sino en su mayor parte de espacio vacío; en este vacío hay cargas elécricas esparcidas que se mueven con gran velocidad en distintas direcciones. ¿Cuál es pues la mesa verdadera? ¿La número 1 o la número 2, o ambas son verdaderas? ¿En qué sentido de verdad? ¿Qué verdad media entre ambas? Debe haber entonces una tercera verdad en relación a la cual la número 1 y la número 2 son verdaderas a su modo, y presentan modificaciones de la verdad. No podemos escaparnos por el camino que se toma cómodamente diciendo: lo que se afirma sobre la mesa científica número 2, y las galaxias, y el sol que se enfría, son sólo puntos de vista y teorías de la física. A esto hay que replicar : sobre esta física se fundan nuestras represas, los aviones, la radio y la televisión, toda la técnica que ha transformado la tierra, y con ello , más de lo que se sospecha, al hombre. Éstas son realidades, no teorías, que sostienen algunos investigadores <<alejados de la vida>>. ¿O es que se quiere tener la ciencia todavía más cerca de la vida? Creo que está ya tan cerca que nos aplasta. Más bien precisamos una adequada lejanía para alcanzar otra vez el distanciamiento y poder medir qué es lo que nos pasa como hombres.
        Nadie lo sabe hoy. Por eso debemos preguntar y repreguntar para saberlo, o siquiera para saber por qué y hasta qué punto no lo sabemos. ¿El hombre y los pueblos han entrado sólo en este cosmos a tropezones, para ser arrojados luego de la misma manera? ¿O no? Lo que por mucho tiempo importará todavía será algo más provisional: Antes debemos aprender nuevamente a preguntar. Esto sólo ocurre cuando se plantean preguntas, por cierto no preguntas cualesquiera. Elegimos la pregunta <<¿Qué es una cosa?>> Ahora se ve que las cosas están en el ámbito de distintas verdades. ¿Qué es la cosa para que le pase eso? ¿Desde dónde debemos decidir la cosidad de la cosa? Tomemos como punto de referencia la experiencia cotidiana, con la reserva de que también su verdad exigirá un día una fundamentación."
Heidegger, M. , La pregunta por la cosa pàg. 20-21


Text 3: Ones electromagnètiques, sensacions i pintura

"Una vez que las cosas fueron desintegradas en una multiplicidad de datos sensoriales, la interpretación de su naturaleza unitaria sólo pudo hacerse si se decía que en realidad las cosas son sólo reuniones de datos sensoriales; además tiene un valor de uso, y un valor estético, y - en cuanto las conocemos - un valor de verdad.(…)
        El próximo paso es que las entidades fragmentarias, las sensaciones se interpretan como efectos de una causa. La física constata que la causa del color son las ondas de la luz, alteraciones de estado periódicas e ilimitadas dentro del éter. Cada color tiene su determinado número de vibraciones, el rojo, por ejemplo, tiene una longitud de onda de 760 y un número de vibraciones de 400.000 millones por segundo. Esto es el rojo; es aceptado como el rojo objetivo frente a la impresión meramente subjetiva de la sensación de rojo. Sería más lindo todavía si también esta sensación de rojo como estimulación, se pudiera reducir a corrientes eléctricas en las vías nerviosas. Si logramos esto sabremos lo que son las cosas objetivamente.
        (…)
        Pero por suerte existen todavía aparte de las ondas de luz y aparte de las corrientes nerviosas, el color y el brillo de las cosas mismas, el verde de la hoja, y el amarillo de los trigales, el negro de los cuervos, y el gris del cielo. La relación a todo esto no sólo está también presente, sino que permanentemente debe estar supuesta como aquello que se desintegra y se reinterpreta inmediatamente por los planteos físicos-fisiológicos.
        Surge una pregunta: ¿qué es más existente, aquella tosca silla con la pipa, que nos muestra el cuadro de van Gogh, o las ondas de la luz que corresponden a los colores empleados en él, o los estado sensoriales que tenemos en <<nosotros>> al contemplar el cuadro?"
Heidegger, M. , La pregunta por la cosa pàg. 182-183


Text 4: Porta kafkiana

"La obra de Kafka es una elipse cuyos focos , muy alejados el uno del otro, están determinados por la experiencia mística (que es sobre todo la experiencia de la tradición) y de otro por la experiencia del hombre moderno de la gran ciudad.Al hablar de la experiencia de la gran ciudad abarco en ella diversos elementos. Hablo en primer lugar del ciudadano del Estado moderno, que se sabe entregado a un inabarcable aparato burocrático, cuyas funciones dirigen instancias no demasiado precisas para los órganos que las cumplen, cuanto menos para los que están sujetos a ellas. (Se sabe bien que es éste uno de los estratos de significación de las novelas,muy especialmente de El proceso). Además aludo como a hombre moderno de la gran ciudad al coetáneo de los físicos actuales. Leyendo el siguiente pasaje de Eddington sobre la imagen del mundo que tiene la física, pensaremos que estamos escuchando a Kafka.

"Estoy en el umbral de la puerta, a punto de entrar en mi cuarto. Lo cual es una empresa complicada. En primer lugar tengo que luchar contra la atmosfera que pesa con una fuerza de un kilogramo sobre cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. Además debo procurar aterrizar en una tabla que gira alrededor del sol con una velocidad de 30 kilómetros por segundo: sólo un retraso de fracción de segundo y la tabla se habrá alejado millas. Y semejante obra de arte ha de ser llevada a cabo mientras estoy colgado, en un planeta en forma de bola, con la cabeza hacia fuera, hacia el espacio, a la par que por todos los poros de mi cuerpo sopla un viento etéreo a Dios sabe cuánta velocidad. Tampoco la tabla tiene una sustancia firme. Pisar sobre ella es como pisar sobre un enjambre de moscas. ¿No acabaré por caerme? No, porque si me atrevo y piso, una de las moscas me alcanzará y me dará un empujón hacia arriba; caigo otra vez y otra vez me empuja hacia arriba y así sucesivamente. Puedo por tanto esperar que el resultado total sea mi permanencia siempre aproximadamente a la misma altura. Pero si por desgracia y a pesar de todo cayese al suelo o fuese empujado con tanta fuerza que volase hata el techo, semejante accidente no sería lesión alguna de la leyes naturales, sino una coincidencia extraordinariamente improbable de casualidades... Cierto que es más fácil que un camello pase por ojo de una aguja que un físico traspase el umbral de una puerta. Si se tratase de la boca de un granero o de la torre de una iglesia, tal vez fuera más prudente acomodarse a ser nada más que un hombre corriente, entrando simplemente por ellas, en lugar de esperar a que se hayan resuelto todas las dificultades que van unidas a una entrada por entero libre de objecciones."
        No conozco ningún pasaje en literatura que muestre en tal grado el gesto kafkiano. Se podría sin esfuerzo acompañar casi cada paso de esta aporía física con frases de la prosa de Kafka, y no habla poco a favor de ello que nos encontrásemos al hacerlo con las <<más incomprensibles>>. Decir por tanto, tal y como yo lo he hecho que las correspondientes experiencias de Kafka están en tensión poderosa respecto a las místicas que tuvo, no sería sino decir la verdad a medias. Lo que en un sentido muy preciso resulta <<increíble>> en Kafka es que ese mundo jovencísimo de experiencias le llegue a través de la experiencia mística. Lo cual desde luego no ha sido posible sin causar estragos (y sobre ellos volveré en seguida) dentro de esa tradición. (...)
        (...)La obra kafkiana expone una enfermedad de la tradición. (...)
        (...)Lo verdaderamente genial en Kafka fue que probó algo nuevo por entero: abandonó la verdad para atenerse a su transmisibilidad, a su elemento hagádico. (...)
        (...)Por eso Kafka no habla de sabiduría. Sólo le quedan los productos de su ruina."
Benjamin, W. Imaginación y sociedad. Iluminaciones 1 "Una carta sobre Kafka", Ed. Taurus, Madrid 1980, pàg. 204-206



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Anar a En Espiral

En espiral: [edició 2001]   [edició 2000]    [edició 1999]  
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