En el fondo, soy un solitario, pero necesito que me amen,
que me amen ellas, y que me amen Uds. "Ten en cuenta" dijo
el wizard al hombre de hojalata, ansioso por tener un corazón, "que el corazón de alguien no se mide por lo que
él ama, sino por lo que le aman los demás".
Palabras sabias de la preciosísima
película El mago de Oz, que vi el otro día
en la tele, palabras tristes, porque a todos nos gustaría que fuera al revés.
¡Qué fácil es amar! Pero ser amado,
¡qué difícil! "Da más
fuerza sentirse amado que sentirse fuerte" dijo
Goethe. Yo siento esta fuerza como si fuera el beso
de la ardilla que me
transmite la esencia del universo.
Pero también siento su ausencia con la misma
fuerza con la que el agua de una piscina desaparece absorbida
por las entrañas de la tierra
en cuanto se abre el minúsculo tapón
que la mantenía a flote. Desequilibrio, inseguridad. ¿No es de eso de lo
que huyen ellos, los cobades? ¡Ah! , ¡pero
si supieran la intensidad con la que puede vivirse la
vida! No lo saben , y nos creen infelices a nosotros,
los intensos, a nosotros, los transparentes. Pero Ud.
y yo, amigo mío, conocemos tanto la fulminante
gravedad con que cae una milenaria ceiba cuando se la
corta de cuajo como la gracilidad con que una jirafa
eleva su pesada cabeza para llegar a las ramas altas.
Somo infelices, sí, vivimos con desasosiego,
pero hemos visto volar ángeles donde otros
sólo han visto el esmog que los asfixia, y
aunque a veces el cielo nos aplasta y vivimos como
en las antípodas, otras veces vamos tan sueltos
que necesitamos poner plomo en nuestros zapatos para
no volar, cual niños muertos de risa, con
la Mary Poppins que se nos lleva. |
Soledad a veces bien a veces pánico Soledad a veces flujo a veces asco Soledad a veces río a veces llanto Soledad a veces viento a veces fango |