Anar a En Espiral

En espiral: [edició 2004]  [altres edicions: www.enespiral.net]

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Fragments 1: La font dins d'un mateix
Quin goig tenir-la dins d'un mateix – una font d'amor que amara el cos des del centre més pregon de l'ànima. Un gust de cos i ànima!
“Hagamos cuenta, para entenderlo mejor, que vemos dos fuentes con dos pilas que se hinchen de agua; que no me hallo cosa más a propósito para declarar algunas de espíritu que esto de agua; y es, como sé poco y el ingenio no ayuda, y soy tan amiga de este elemento que le he mirado con más advertencia que otras cosas. Que en todas las que crió tan gran Dios, tan sabio, debe de haber hartos secretos de que no podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo que en cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita.
Estos dos pilones se hinchan de agua de diferentes maneras: el uno viene de más lejos por mucho arcaduces y artificio; el otro está hecho en el mismo nacimiento del agua, i vase hinchiendo sin ningún ruido, y si es el manatial caudaloso, como este de que hablamos, después de henchido este pilón, procede un gran arroyo; ni es menester artificio, ni se acaba el edificio de los arcaduces, sino siempre está procediendo agua de allí.
Es la diferencia que la que vienen por arcaduces es, a mi parecer, los contentos que tengo dicho que se sacan con la meditació; porque los traemos con los pensamientos, ayudándonos de las criaturas en la meditación, y cansado el entendimiento; y como viene, en fin, con nuestra diligencia, hace ruido cuando ha de haber algún henchimiento de provechos que hace en el alma, como queda dicho.
A esta otra fuente viene el agua de su mismo nacimiento, que es Dios, y así como Su Majestad quiere, cuando es servido hacer alguna merced sobrenatural, produce con grandísima paz y quietud y suavidad de lo muy interior de nosotros mismos, yo no sé hacia dónde, ni cómo, ni aquel contento y deleite se siente como los de acá en el corazón, digo en su principio, que después todo lo hinche; vase vertiendo esta agua por todas las Morasa y potencias, hasta llegar al cuerpo; que por eso dije que comienza de Dios y acaba en nosotros; que cierto, como verá quien lo hubiere probado, todo el hombre exterior goza de este gusto y suavidad.
Estaba yo ahora mirando, escribiendo esto, que en el verso que dije: Dilatasti cor meu, dice que se ensanchó el corazón; y no me parece que es otra cosa, como digo, que su nacimiento es del corazón, sino de otra parte aún más interior, como una cosa profunda. Pienso que debe ser el centro del alma, como después he entendido y diré a la postre; que, cierto, veo secretos en nostros mismos que me traen espantada muchas veces. ¡Y cuántos más debe de haber! (...)
Tornando al verso, en lo que me puede aprovechar, a mi parecer, para aquí es en aquel ensanchamiento; que así parece que , como comienza a producir aquella agua celestial de este manatial que digo, de lo profundo de nosotros, parece que se va dilatando y ensanchando todo nuestro interior y produciendo unos bienes que no se pueden decir, ni aun el alma sabe entender qué es lo que se le da allí. Entiende una fragancia, digamos ahora, como si en aquel hondón interior estuviese un brasero adonde se echasen olorosos perfumes: ni se ve la lumbre, ni dónde está; más el calor y humo oloroso penetra toda el alma, y aun hartas veces, como he dicho, participa el cuerpo. Mirad, entendedme, que ni se siente calor ni se huele olor, que más delicada cosa es que estas cosas, sino para dároslo a entender. Y entiendan las personas que no han pasado por esto, que es verdad que pasa así, y que se entiende, y lo entiende el alma más claro que yo lo digo ahora.”


Teresa de Jesús, Las moradas, “Qué es gustos”